el mago del cuento... soy yo

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autorretrato inédito en libro, inicialmente concebido para "Sopa de sol"

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el paraguas amarillo





Joel Franz Rosell - Autor
Giulia Frances Campolmi - Ilustradora

40 Pag. 22 x 22cm.
ISBN: 978-84-92608-48-5
Precio: 13 €
Idiomas disponibles: Castellano, Gallego, Italiano


En una ciudad gris, habitada por gente gris, en la que solo se puede fabricar una cierta cantidad de paraguas grises en un día, por error o por deseo de cambio de una persona fue posible que surgiera un paraguas diferente. Un paraguas amarillo, con las mismas esperanzas e ilusiones que las de los otros paraguas: salir a la calle, sentir su tela estirada, notar las gotas de lluvia caer y deslizarse. El paraguas amarillo, por ser diferente, tendrá que luchar más para conseguir encontrar su sitio en un mundo en el que nadie está dispuesto a darle una oportunidad.

Joel Franz Rosell  nos cuenta la historia del paraguas con un lenguaje muy cuidado y lírico, nos invita a reflexionar sobre el valor para innovar, cambiar las cosas. Un libro sobre los anhelos personales, sobre el sentido del deber, sobre las frustraciones que cada uno tiene en la vida y sobre el miedo a las diferencias: estos son los sentimientos de un paraguas pero también son los desafíos que todos debemos afrontar cada día para ser felices. Las ilustraciones de Giulia Frances; con su línea clara y el uso predominante del gris, crean un ambiente perfecto para comprender las emociones y sentimientos de este paraguas amarillo en una ciudad de paraguas grises.

en mayo de 2012, la primera vez que encontré "El paraguas amarillo" en una librería de Madrid

Encarnación Espinosa Astillero.

Revista Peonza n° 101. Santander (España), junio 2012.

* reseña editorial:

En aquella época todos los paraguas eran negros, pardos o, si acaso, de color azul de Prusia o verde oscuro. Así que, cuando apareció en la fábrica aquel paraguas amarillo, todo el mundo se quedó frío. Un paraguas de semejante color no estaba en los planes, ni en los catálogos, ni en los pedidos...
En una ciudad gris y con gente gris, el operario de una fábrica de paraguas comete la osadía de saltarse las normas establecidas y fabricar un paraguas amarillo pese a que lo que se lleva son los paraguas de color negro, marrón, verde y azul oscuro. El relato de Joel Franz Rosell reivindica, pues, la libertad y la creatividad frente a la rutina y las convenciones impuestas.


* opinión de mi colega Paloma Sánchez :

En cuanto a tu cuento de « El paraguas amarillo », pienso que cualquiera puede reflejarse en él. Porque ¿quién no se ha sentido Salieri en algún momento? La mayoría somos más Salieri que Mozart. Incluso ni siquiera llegamos a ser Salieri en muchas ocasiones. Uno sueña con ser algo que no es o la vida le dirige hacia otros terrenos que no pensaba. Pero hay una cosa muy importante que yo deduzco de tu cuento: El éxito o el fracaso nunca es visible a simple vista, y una vida exitosa puede estar camuflada de aparente  cotidianidad, de vulgaridad. El otro día cuando recibí tu carta precisamente, así me sentía yo. Como fracasada. Como si nada fuera como yo lo pensaba, y estuviera dentro de una vida equivocada, no la que yo había soñado. No solo en el terreno literario sino en otros ámbitos de mi vida. Supongo que estoy pasando una crisis donde todo me lo cuestiono y todo pierde el sentido de repente. Imagino que a todos nos pasa, y ese cuento tuyo refleja muy bien ese sentimiento. Es verdad que un paraguas amarillo ahora no sería precisamente una extrañeza, y mucho menos un fracaso como paraguas. Ni sería un paraguas atrevido. Pues estamos en una época donde precisamente los colorines se imponen frente a la sobriedad de los grises o pardos, sobre todo en moda infantil. Por eso tu cuento necesita ese reajuste que dices, una explicación del contexto, una explicación de por qué a nadie le gustaban antes los colores chillones, o simplemente una anotación de que así era en « aquellos tiempos ». Lo de las ilustraciones, en tonos azules yo también lo había pensado, precisamente por lo que tú dices, por ese color amarillo pollito que hace resaltar al paraguas y destacarlo frente a los colores fríos. Sin embargo, fíjate que pensando en este cuento, al releerlo, y al hacer hincapié sobre el contexto en el que fue escrito, que difiere tanto del contexto actual sobre « el gusto por los paraguas », me he dado cuenta de que dice algo más, para mí al menos. El paraguas, se ve feo por ser distinto, se siente diferente y por lo tanto, es considerado por todos como defectuoso. Así es como es considerado dentro de su propia época, de la época en la que la propia historia transcurre. Pero el niño, el lector actual, (no de esa época lejana, ahora interna del propio cuento), descubrirá la belleza de ese paraguas (desde luego más deseable para él que los otros paraguas oscuros), sentirá desde fuera la injusticia, y asistirá tal vez con cierta perplejidad a esa consideración de marginal, extraño y anómalo que se le atribuye al paraguas. Verá que las cosas son relativas dependiendo de su momento, y que lo bello o lo normal es algo que puede variar con el tiempo. El niño de ahora encontrará bonito el paraguas frente a todos los demás. Un paraguas que sin embargo se siente mal consigo mismo porque nadie es capaz de ver lo bonito que es, ni sospecha lo bonito que lo ven los lectores de su historia, y al cual los demás no son capaces de mirar ni de valorar fuera de una comparación con el resto, con lo que está de moda, con lo que se lleva. ¿No ocurre hoy lo mismo, cuando alguien destaca por diferente? En el fondo, creo que es la historia del patito feo, pero al revés. Nada más que al cisne, que ya aparece bello como cisne,  nadie es capaz de verlo como tal dentro de la propia historia, salvo el payaso y los lectores. Y precisamente por ser diferente se le atribuye una misión distinta de la que él mismo esperaba, no sé si más deseable o menos. Todos los niños querrán al paraguas. Y ellos pensarán que es él al que habrían elegido en el escaparate frente a los otros. ¿Te das cuenta de esto que veo en tu cuento, más allá de la propia historia que tú has querido contar? Es una gran metáfora de la vida, de la relatividad del fracaso y el éxito, de lo bello y lo feo, de lo aceptable o inaceptable, de lo correcto o lo incorrecto y también de la valía personal y de los talentos ocultos (el paraguas ni se imagina que puede haber otra misión para un paraguas a parte de tapar de la lluvia). Y precisamente, es por ese contexto en el que fue escrito y que ya se extinguió.



En Italia aman "El paraguas amarillo"

> ---------- Messaggio originale ----------
> Da: claudia volpi
> A: info@kalandraka.it
> Data: 13 novembre 2014 alle 20.48
> Oggetto: Joel Franz Rosell e Giulia Frances
>
> Ciao mi chiamo Gaia Merli, ho 7 anni e vi sto scrivendo con la mia mamma dalla
> sua e- mail.
> Volevo dire a Joel Franz Rosell che mi è piaciuto tanto il suo libro
> "l'ombrello giallo" perché è una storia molto originale diversa dalle altre
> con delle bellissime illustrazioni .
> Questa settimana alla mia scuola facciamo la "Book Week" con tante belle
> iniziative per la lettura tra cui questa di scrivere ad uno degli autori
> preferiti.
> Spero che gli tradurrete il mio messaggio!
> Grazie.
> Ciao Gaia

 traducciòn:

Hola, me llamo Gaia Merli, tengo 7 anhos y os escribo con mi mamà desde su
correo electrònico.
Queria decir a Joel Franz Rosell que me ha gustado mucho su libro "El paraguas
amarillo" porque es una historia muy original diferente de las otras y con
ilustraciones muy hermosas.
Esta semana en mi colegio estamos celebrando La Semana del Libro con muchas
actividades de promociòn a la lectura y entre éstas, escribir un correo a uno de
los autores preferidos.
Espero que traduciréis mi mensaje.
Gracias.
Adiòs Gaia.


Y en Argentina también:


Querido amigo,quiero agradecete por tu maravilloso libro sobre ese paraguas amarillo, tan querible que ya es un sol que ilumina mi biblioteca, es una belleza
Les encanta ese cuento a los chicos y es una delicia.No vienes a Bs As.???
Cariños Any
Asi estan ahora las calles de Buenos Aires



mi primera máquina (1975-1979)

mi primera máquina (1975-1979)
biblioteca martí, santa clara, cuba, 1993
Comencé a escribir a mano, claro. Primero con lápiz (usaba los de dibujo, de mina muy dura, para no tener que estar sacando punta continuamente; así comencé a gastarme la vista y a los 15 años ya usaba gafas -"espejuelos" decimos en Cuba- de aumento). Luego pasé a los por entonces escasos bolígrafos. Cuando a mediados de los años 1970 quise comenzar a compartir mis escritos con los colegas de taller de escritura o presentarlos a premios literarios, comencé por acudir a alguna colega o amiga mecanógrafa. Una bibliotecaria de Sala Juvenil de la Biblioteca Provincial de Santa Clara tecleó mi primera novela (que ilustré... a mano, claro) y mandé al Premio UNEAC 1977. Pero mis obras eran largas y ella tenía mucho trabajo. Así comencé a teclear yo mismo en la Underwood de la foto: una máquina prehistórica, pero muy bien cuidada y de tipos redondos.
Fue al año siguiente que un amigo mexicano que partía de vacaciones, me dejó su moderna máquina portátil. En ella aprendí a teclear según las reglas del arte y mecanografié mi segunda novela, por primera vez de la primera a la última letra.
De mis máquinas posteriores no guardé ni el recuerdo de una foto, y tampoco de la máquina electrónica que utilicé durante mi estancia en Brasil '1989-1991) ni de mi primer ordenador, un Compaq portable que me acompañó 8 años. Pero esta ya es otra historia, porque en él comencé a escribir directamente sobre un teclado; abandonando para siempre la versión manuscrita previa y el enojoso mecanografiado ulterior
Lo dicho; esa es otra historia.

traducido a persa, hindi, coreano, tamul, catalán y tantos otros

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Olinda, la bella durmiente fue mi primer artículo publicado en el Correo de la UNESCO, me procuró traducciones a decenas de lenguas... en las que a veces ni siquiera supe separar mi nombre del título del artículo

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